Una isla privada. Una ilustre y conocida familia de Nueva Inglaterra. Un grupo de cuatro amigos —los Mentirosos— cuya amistad se vuelve destructiva. Una rebelión. Un accidente. Un secreto. Mentiras y más mentiras. Amor verdadero. Y, por fin, la verdad.
Ésta es la bellísima y terrible historia de una familia perfecta que se sostiene sobre pilares de peligrosa fragilidad. A lo largo del relato se van desvelando las piezas de un rompecabezas que formarán un mosaico de personajes fascinante, donde los prejuicios y el egoísmo son los peores enemigos de la armonía y la felicidad.
Es un libro bastante triste. Su tragedia y sus secretos hacen de esta historia algo mágico, adictivo e incluso algo especial. He de confesar que me atrapo desde un principio y no podía dejar de sacar mis propias conclusiones o deshilachar los secretos que podrían llegar a desentrañar la trama.
Su intriga y su calma —donde en realidad no la hay— hacen de esta una lectura muy ligera. El suspense, los personajes y su ambientación son perfectos. La trama se presenta de una manera vaga, pero poco a poco se deshace llevándote por caminos que no imaginas. Es un retrato inquietante de un grupo de adolescentes que han formado un vínculo sagrado; cada uno trata de ser libre y anhela de aceptación del mundo y de su familia. Consideran el amor más importante que el estatus social y económico, y están descontentos con los prejuicios que rodean su mundo.
Ellos son jóvenes.
Son apasionados.
Ellos son imperfectos.
Cada uno de ellos sufren su propia injusticia personal. Y esta es su historia.

Recomiendo este libro a cualquier persona que disfrute de una trama misteriosa y ágil. No es una novela de personajes, la historia es la protagonista. Y esta no te dejará indiferente.
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